Los veranos para Belly siempre son especiales, no solo porque vaya a ver a Conrad, del que está enamorada desde que tenía 11 años, sino porque para ella Cousins es un lugar especial. Pero este verano tiene más cosas que la simple diversión. Conrad se comporta de una manera extraña, Susanah, la madre de los chicos no está del todo bien, y Belly presiente que algo está pasando.
Belly tiene 15 años y pico y está muy centrada en si misma, pero curiosamente, aunque eso pueda parecer algo cargante en el libro, es muy normal en los adolescentes, por lo que, una y otra vez, me maravillaba el realismo con el que la autora había reflejado una etapa tan extraña en la vida de toda chica. Con continuos saltos hacia otros veranos con otras edades, vemos lo que le ha ido pasando a Belly (y en consecuencia al resto de su familia, y a la de los chicos) y su relación con lo que le está pasando en ese momento. Un claro ejemplo es su primer beso. Esta parte está muy bien llevada.
Pero no todo es ideal en el libro, hacia el final toma un giro bastante intenso y uno tiene que lidiar con sentimientos importantes.
Le he dado un 4 sobre 5, y no un 5 porque no he entendido muy bien el final. Sé que leyendo la segunda parte uno encaja las cosas en su sitio y todo eso, pero, siendo como es un libro bastante autoconclusivo (no necesita para nada una segunda parte para concluir la historia), ese final, un tanto abierto y extraño no encaja con el ritmo de la historia.
Aún así me ha gustado mucho la manera sencilla y ágil de la autora y ahora estoy embarcada en su segunda parte.
Me lo apunto, tiene buena pinta y tengo curiosidad por ver cómo refleja la autora esa edad.
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